Este es el mejor obituario que se haya escrito jamás en un periódico,
¡simplemente brillante!
Normalmente, los obituarios sirven para recordar, a modo de homenaje, a
un ser querido que ha fallecido recientemente, haciendo un recuento del contexto, la trascendencia pública y el significado de
la vida que esa persona. Entre las palabras que generan tristeza, a veces se puede extraer una
especie de mensaje codificado entre líneas que esperanza a los vivos para
que sigan disfrutando al máximo de sus vidas.
Hoy queríamos compartir uno de los mejores obituarios que se haya escrito
alguna vez en un periódico, uno que hace un emotivo homenaje a algo que
muchos han perdido por el camino y que tanto escasea últimamente. Me
refiero al sentido común:
“Hoy lloramos la muerte de un querido amigo, Sentido Común, que ha
estado con nosotros durante muchos años. No se sabe con certeza la edad
que tenía, puesto que sus registros de nacimiento se perdieron hace
mucho tiempo entre las formalidades de la burocracia.
Será recordado por haber cultivado lecciones tan valiosas como saber
“tener los pies en la tierra” o por qué los pájaros madrugadores son los
que consiguen lombrices, y, también, por reconocer la validez de frases
tales como “la vida no siempre es justa” y “tal vez haya sido yo el
culpable”.
Sentido Común vivió bajo simples y sensatas políticas financieras (no
gastar más de lo que se gana) y estrategias confiables (los adultos, no
los niños, están al mando).
Su salud comenzó a deteriorarse rápidamente cuando las regulaciones
bien intencionadas, pero ineficaces, fueron fijadas en su lugar.
Noticias como la de que un niño de 6 años de edad fue acusado de acoso
sexual por besar a una compañera de clase, adolescentes expulsados del
colegio por utilizar enjuague bucal después de comer, o la una maestra
que fue despedida por reprender a un alumno indisciplinado, solo
empeoraron su condición.
Sentido Común perdió terreno cuando los padres arremetieron contra los
maestros por hacer el trabajo disciplinar que ellos mismos habían dejado
de hacer con sus ingobernables hijos. Pero declinó aún más cuando las
escuelas fueron obligadas a obtener el consentimiento de los padres para
administrar loción bronceadora o una aspirina a un estudiante; pero no
podían informar a los padres cuando una estudiante quedaba embarazada y
quería abortar.
Sentido Común perdió las ganas de vivir cuando las iglesias se
convirtieron en empresas y los criminales recibían mejor trato que sus
víctimas.
Sentido Común recibió una paliza cuando no podía defenderse de un
ladrón en su propia casa, mientras que este podía demandarle por
agresión.
Sentido común renunció finalmente a su voluntad de vivir, después de
que una mujer recibiese una gran compensación económica por derramarse,
a causa de un descuido suyo, un café hirviendo en un conocido
restaurante de comida rápida.
La muerte de Sentido Común fue precedida por la de sus padres, Verdad y
Confianza, la de su esposa Discreción, la de su hija Responsabilidad y
la de su hijo Raciocinio.
Le sobreviven sus 5 hermanastros: Conozco Mis Derechos, Lo Quiero
Ahora, Alguien Más Tiene La Culpa, Soy Una Víctima y Págame Por No Hacer
Nada.
Fueron pocos los que asistieron a su funeral porque casi nadie se dio
cuenta de que se había ido. Si aún lo recuerdas, compártelo. Si no,
únete a la mayoría y no hagas nada.”
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